La fragilidad del Arroyo Solís Grande: entre promesas oficiales y una realidad contaminada
La reunión informativa: acciones y dudas de la comunidad.
El pasado miércoles 18 de diciembre, la Liga de Fomento de Jaureguiberry fue sede de una reunión informativa para abordar el derrame de hidrocarburo ocurrido el 30 de noviembre en el Arroyo Solís Grande. Representantes del Ministerio de Ambiente, ANCAP y la Intendencia de Canelones expusieron las acciones realizadas hasta la fecha, incluyendo la contención del derrame, tareas de limpieza en el área afectada y monitoreos ambientales en curso. Sin embargo, la comunidad expresó dudas sobre la efectividad de estas medidas y exigió mayor transparencia y soluciones a largo plazo.


Seis derrames en un año: un patrón alarmante.
En el transcurso del año 2024, los constantes derrames del oleoducto operado por ANCAP han erosionado profundamente la confianza de la comunidad del Arroyo Solís Grande en las capacidades y compromisos de las autoridades responsables. Con un total de seis incidentes documentados, este año se ha caracterizado por lo que los residentes describen como un patrón reiterado de negligencia operativa, falta de transparencia y acciones correctivas tardías. En este contexto, el testimonio de Jimena Mirabal, vocera de la Escuela Náutica La Flotante, y una carta dirigida a las autoridades reflejan una brecha cada vez más amplia entre las afirmaciones oficiales y las condiciones reales del entorno.
Testimonios que contradicen los informes oficiales.
“Nos aseguraron que el arroyo era seguro, pero al día siguiente un guardavidas emergió del agua con manchas aceitosas en su ropa, y una niña también presentó las mismas manchas al bañarse en otro lugar”, relata Mirabal. Estos eventos, corroborados por observaciones frecuentes de residuos visibles y persistentes olores químicos, contrastan con los informes emitidos por ANCAP, que calificaron los incidentes como “controlados” y sin mayores repercusiones. Esta narrativa oficial ha sido fuertemente cuestionada por los habitantes, quienes demandan respuestas claras y basadas en datos verificables.
Heridas abiertas: el derrame de 2011 y sus secuelas.
El documento enviado por La Flotante destaca también un historial inquietante de incidentes previos, incluyendo los efectos persistentes de un derrame ocurrido en 2011. “Aún es posible percibir olor a combustible al efectuarse pozos para cartelería informativa en la zona de transición del arroyo”, señala la misiva. Este legado de ineficacia refuerza las demandas comunitarias de soluciones que vayan más allá de medidas reactivas y temporales.
Frustración creciente en la comunidad.
Durante la última reunión comunitaria, la frustración de los residentes ha sido palpable. “Nos invitan a retomar nuestras actividades, pero el agua sigue mostrando signos evidentes de contaminación. La evidencia visual y olfativa contradice directamente las garantías proporcionadas por las autoridades”, insiste Mirabal. Además, la ausencia de un sistema de monitoreo confiable y una comunicación oportuna solo ha intensificado el escepticismo hacia las instituciones.
Derrames destacados: impacto en Biarritz y Costa Azul.
Entre los incidentes más destacados de este año se encuentra el derrame en el Balneario Biarritz, que generó un nivel sin precedentes de preocupación entre los vecinos. La acumulación visible de petróleo en la ruta, acompañada de olores penetrantes que alteraron la vida cotidiana, subraya la gravedad de la situación. Aunque ANCAP informó sobre acciones de limpieza, los residentes calificaron estas respuestas como insuficientes, señalando que los efectos del derrame son aún evidentes.
Otro evento significativo tuvo lugar en Costa Azul, donde el deterioro del oleoducto provocó un derrame cercano a la Ruta Interbalnearia. Este incidente no solo afectó la calidad del agua en la zona, sino que también ocasionó interrupciones en el tránsito y puso de manifiesto serias deficiencias en la infraestructura del ducto. “La falta de mantenimiento está cobrando un alto costo, tanto para el medio ambiente como para los residentes que deben lidiar con las consecuencias”, añadió Mirabal.
Consecuencias económicas y propuestas de acción.
Además del impacto ambiental directo, la dimensión económica de estos incidentes no puede ser subestimada. La interrupción de actividades turísticas y recreativas en la cuenca del Arroyo Solís Grande ha resultado en pérdidas sustanciales para los negocios locales y proyectos comunitarios.
En este contexto, la carta de La Flotante plantea una propuesta que va más allá de la mera reparación de daños: la implementación de un sistema de monitoreo participativo. Este modelo, que implica la colaboración activa entre residentes, técnicos y administradores, podría establecer un precedente en la prevención de futuros desastres. “Somos parte de esta área protegida y somos los vecinos que estamos todos los días, los que nos damos cuenta si hay una pérdida, si hay una fuga, si hay algo raro”, enfatiza Mirabal.
El pedido por un cambio estructural.
A medida que las demandas de acción concreta se intensifican, la comunidad del Arroyo Solís Grande espera que sus voces sean finalmente atendidas. En un entorno donde la confianza en las instituciones se encuentra en niveles críticos, los residentes no solo exigen medidas inmediatas, sino también un compromiso a largo plazo que garantice la protección y restauración del ecosistema afectado.
Carta de «La Flotante» dirigida a autoridades del Ministerio de Ambiente, Intendencia de Canelones y ANCAP
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